Spotify ha dado un golpe de autoridad frente al tsunami de contenidos artificiales que invade las plataformas de streaming. La compañía anunció la eliminación de más de 75 millones de pistas “spam” en el último año, coincidiendo con la explosión de herramientas de inteligencia artificial generativa, y presentó un nuevo marco de políticas diseñado para combatir el fraude sin sofocar el uso legítimo de estas tecnologías.
El plan se articula en tres frentes. El primero es una política de impersonación reforzada, que prohíbe los clones de voz no autorizados, los deepfakes y la subida de música bajo el perfil de otro artista. “El uso no autorizado de la IA para clonar la voz de un artista explota su identidad y amenaza la integridad de su obra”, explicó la compañía, al tiempo que aclara que la decisión final debe recaer en los propios artistas, si desean o no licenciar su voz para proyectos de IA.
El segundo es un nuevo filtro contra el spam, destinado a cortar de raíz prácticas como subidas masivas, duplicados con metadatos alterados o la creación de pistas de apenas 31 segundos diseñadas para acumular regalías automáticas. Estos contenidos serán detectados y retirados de las recomendaciones y listas editoriales.
El tercer frente es la transparencia: Spotify trabajará con el estándar de la organización DDEX para que los créditos musicales incluyan información sobre el papel de la IA en la creación de cada tema, desde voces artificiales hasta instrumentación generada. El objetivo es evitar la confusión y “no castigar a quienes usen la IA de forma responsable”, subrayó la compañía. Entre los socios que apoyan el proyecto están DistroKid, CD Baby, Believe, EMPIRE, FUGA y otros distribuidores globales, aunque las tres grandes discográficas aún no figuran en la lista oficial.
La reacción de la industria fue inmediata. Universal Music Group celebró las medidas como “pasos consistentes con los principios centrados en el artista”, reclamando que plataformas y distribuidores adopten filtros más estrictos y penalizaciones a infractores reincidentes. Warner Music Group también respaldó la iniciativa, destacando la necesidad de crear un entorno donde el valor de la creatividad humana esté protegido. Artistas y compositores como Justin Tranter o el productor Mike Caren aplaudieron las medidas como un avance crucial hacia la transparencia y la protección del repertorio.
El trasfondo económico explica la magnitud del problema. Los pagos anuales de Spotify a la industria pasaron de 1.000 millones de dólares en 2014 a 10.000 millones en 2024, lo que convirtió al fraude automatizado en un negocio muy rentable. Dejar sin control esta avalancha de canciones de baja calidad significa diluir el fondo de regalías y restar visibilidad a los artistas reales. La compañía insiste en que las pistas generadas de forma masiva por prompts “no tienden a encontrar audiencia”, pero reconoce que su proliferación amenaza con saturar el ecosistema.
Spotify busca así enviar un doble mensaje: a los artistas, que no serán penalizados por usar IA de manera creativa y legítima; y a los actores fraudulentos, que la plataforma endurecerá sus controles. Como sintetizó Charlie Hellman, VP de producto musical: “Cada vez que surge una nueva tecnología, hay artistas que la abrazan y otros que no. Pero lo importante es que sean los artistas quienes decidan”.
Con este movimiento, Spotify marca un precedente: la música hecha con IA puede convivir con la creatividad humana, pero no a costa de ella. El reto será aplicar estas políticas de forma efectiva sin ahogar la innovación, en un terreno donde la línea entre herramienta y amenaza es cada vez más difusa.
[Fuentes]
https://www.musicbusinessworldwide.com
https://variety.com
https://www.billboard.com
https://www.theverge.com