La música latina continúa de luto mientras nuevas reacciones y recuerdos emergen tras el entierro de Rafael Ithier, director musical y fundador del Gran Combo de Puerto Rico, cuyo fallecimiento a los 99 años marcó el final de una era histórica para la salsa. Aunque su partida ocurrió el sábado en su residencia de San Juan, es después de sus exequias cuando familiares, colegas y artistas han profundizado en la dimensión real de su legado, compartiendo testimonios que revelan la magnitud humana y cultural del maestro.
A través de diversos reportes de EFE, se ha conocido que Ithier no solo fue el arquitecto del sonido inconfundible del Gran Combo desde su fundación en 1962, sino una figura que moldeó la salsa como lenguaje cultural dentro y fuera de Puerto Rico. Tras su entierro, compañeros de toda una vida lo han recordado no solo como director exigente y visionario, sino como mentor indispensable en la formación de varias generaciones de músicos.
Willie Colón destacó que Ithier fue un referente permanente en su vida musical, responsable de canciones que alegraron a los bailarines y contaron historias sobre Puerto Rico. Gilberto Santa Rosa, describió la pérdida como la de un padre, subrayando los consejos, la disciplina y las oportunidades que marcaron su carrera. También Charlie Aponte recordó cómo, desde su llegada en 1973, Ithier y su esposa lo hicieron sentir parte de una familia, creando un ambiente de respeto y camaradería que sostuvo a la orquesta durante décadas.
Figuras de la Fania como Ismael Miranda han insistido en que Ithier fue un verdadero arquitecto de la música popular puertorriqueña, un hombre cuya visión llevó el sonido de la isla a escenarios globales. Artistas de generaciones más jóvenes, como Elvis Crespo, lo definieron como “maestro de maestros”, reconociendo que su disciplina y su oído musical influyeron silenciosamente en innumerables artistas.
El recuento de su aporte tras su sepelio ha permitido dimensionar una vida de excelencia: dos Latin Grammys, el Premio a la Excelencia Musical de la Academia Latina de Artes y Ciencias de la Grabación, y una trayectoria que, según quienes lo conocieron, estuvo marcada por la humildad, el rigor y su compromiso con Puerto Rico.
Los testimonios divulgados después de su entierro han dejado claro que Rafael Ithier no solo construyó una de las orquestas más emblemáticas de la música latina, sino una escuela de vida y disciplina artística cuyo impacto continúa resonando en la salsa contemporánea.
¿Quién fue Rafael Ithier?
Nacido el 29 de agosto de 1926 en San Juan, Rafael Ithier encontró en la música un refugio desde muy pequeño. Su padre, Nicolás, dirigía un grupo de bohemia y su tío Salvador formaba parte del Trío Borinquen, influencias que marcaron su sensibilidad artística. La muerte de su padre, cuando apenas tenía ocho años, lo obligó a trabajar para ayudar en su hogar, y fue entonces cuando se integró como guitarrista al Conjunto Lucerito, dando inicio a una trayectoria que, como recoge Hiram Guadalupe en Historia de la Salsa, definiría el resto de su vida. Aunque soñó con ser pelotero, la música terminó imponiéndose: a los 14 años ya tocaba con el grupo El Hawaiano, donde ganaba cuatro dólares por noche, un ingreso significativo para la época.
Tras descartar estudios de administración y derecho, se unió al Combo de Cortijo bajo la dirección de Rafael Cortijo. Sin embargo, diferencias internas lo llevaron a separarse en 1962 y a fundar, junto con Martín Quiñones y Eddie “La Bala” Pérez, El Gran Combo de Puerto Rico. Conocidos como Los mulatos del sabor y La universidad de la salsa, el grupo forjó un estilo inconfundible que terminaría proyectándose a escala internacional y marcando la historia de la música caribeña.



