Tras pasar de tocar en quinceañeras a actuar en arenas, la banda del Valle de Río Grande está lista para llevar su estilo de música mexicana al mundo entero.
Una nublada tarde invernal en McAllen, Texas, los seis miembros de Grupo Frontera están apiñados alrededor de una caja blanca de gran tamaño, mirando con alegría su contenido. Retiran el papel de seda para revelar un regalo que su estilista les ha obsequiado justo unos días antes de Navidad: un montón de lujosas batas de baño Polo Ralph Lauren, una para cada miembro, con una declaración audaz bordada en la parte posterior: “B–ch, ¡gané un Grammy!”
Los miembros de la banda de norteño y cumbia, que ganó el Latin Grammy al mejor álbum norteño en 2024, están de pie dentro de su palaciega sede en McAllen, una casa que compraron el año pasado. Construida a mediados de los 2000, la extensa propiedad es una imagen muy particular del lujo de principios del siglo XXI (por ejemplo: la cocina toscana repleta de gabinetes de madera oscura). Un estudio de grabación casero minimalista, donde la banda ha grabado varias pistas, se encuentra justo al final del camino exterior que rodea la piscina y el jacuzzi, en un patio lo suficientemente grande para estacionar su flota de autobuses de gira.
La privacidad y la practicidad impulsaron a la banda a centralizar aquí sus operaciones. Cuando su popularidad comenzó a ascender hace unos tres años, luego que su versión de “No se va” del grupo de pop-rock colombiano Morat cobrara una viralidad que cambió sus vidas en TikTok, Grupo Frontera solía grabar música en este enclave del Valle del Río Grande en el sur de Texas, donde sus miembros crecieron y aún residen, hasta que algunos residentes del área descubrieron dónde estaban grabando y comenzaron a aparecerse en el estudio sin previo aviso. “La gente simplemente abría la puerta, entraba y escuchaba lo que estábamos grabando”, dice el vocalista Adelaido “Payo” Solís entre sorbos de una michelada. “Solo esperaban a que termináramos. Luego salíamos, veíamos gente, y era como que, ‘¿Hola?’”.
Es crucial que la casa sea decididamente “festiva”, como la describe Julian Peña Jr., el afable percusionista y hype man de la banda. Grupo Frontera ha organizado aquí una o dos carne asadas avivadas con tequila, incluyendo un baby shower para el acordeonista Juan Javier Cantú, quien recientemente tuvo una hija con su esposa. El grupo, que también incluye al baterista Carlos Guerrero, al bajista Brian Ortega y al guitarrista/bajo quinto Beto Acosta, espera eventualmente abrir el espacio para que colaboradores y amigos que visiten puedan quedarse allí. Pero dado que la casa aún está escasamente amueblada, esos planes están suspendidos de momento. No hay muchos lugares donde sentarse, excepto por algunas sillas y mesas plegables aquí y allá; solo un puñado de los seis dormitorios de la casa tienen colchones apoyados contra las paredes. De manera reveladora, la única obra de arte es una fotografía enmarcada de la banda posando con el superastro Bad Bunny — quien colaboró con Grupo Frontera en su éxito del Billboard Hot 100 “un x100to”, que alcanzó el No. 5 en la lista — salpicada con gotas de pintura.
La decoración de interiores, evidentemente, estaba abajo en la lista de prioridades de la banda en 2024, un año en el que lanzó su contundente álbum Jugando a Que No Pasa Nada, que alcanzó el top 10 de la lista Top Latin Albums. A esto le siguió una ambiciosa gira por Estados Unidos, México y una fecha en España en anfiteatros y arenas, con shows de unas dos horas que incluían florituras pirotécnicas. De alguna manera, Grupo Frontera también encontró tiempo para lanzar Mala Mía, su EP con su colega y estandarte de la música mexicana Fuerza Regida, antes de que el año acabara. Luego, a finales de noviembre, el grupo ganó su primer Latin Grammy por su álbum debut de 2023, El Comienzo.
En tan solo tres años desde su formación, Grupo Frontera ha pasado de tocar covers en quinceañeras a ser una boy band mexica-estadounidense que domina algunos de los escenarios más grandes del mundo — a veces acompañada por leyendas a quienes sus miembros admiraban mientras crecían, como Ramón Ayala, y otras grandes estrellas con las que ahora ha grabado, como Peso Pluma, Maluma y Nicki Nicole. Al fusionar el norteño y la cumbia de su infancia con la afición de su generación por aceptar giros en el género del regional mexicano (la mayoría de los miembros de la banda son millennials excepto Solís, que está a punto de cumplir 22 años), Grupo Frontera ha ayudado a inaugurar una nueva era de la música mexicana.
“Siento que han creado un movimiento muy fuerte y abierto el camino para más bandas y para que el público vuelva a conectar con un género que había estado bajo el radar por varios años”, dice Edgar Barrera, el compositor y productor ganador de premios Grammy y Latin Grammy que ha escrito docenas de canciones para el grupo y ha sido su mentor. Dado que siete de los sencillos de la banda y sus dos álbumes de estudio han alcanzado el top 10 en las listas Hot Latin Songs y Top Latin Albums, respectivamente, el enfoque parece estar funcionando.
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